Los peligros de la ansiedad y el estrés: cómo reconocerlos, qué causan y cómo superarlos
Generalmente, los seres humanos adquieren los mismos comportamientos, o patrones, cuando se encuentran en una condición quizás de estrés. En general, las personas que sufren ansiedad tienden a explorar continuamente su entorno, en una búsqueda constante de explicaciones que puedan reconfortarles, controlando las vías de escape presentes. Además, se han documentado ciertas reacciones físicas comunes a todos, como el aumento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, así como sudoración y posibles mareos. Si experimenta estos síntomas, de repente, y sin una explicación clara, es posible que esté sufriendo un ataque de pánico, o que se encuentre en una situación de gran estrés y ansiedad. Reconocerlo inmediatamente es el primer paso para superar el problema.
También hay algunos síntomas bien definidos en las personas que sufren ansiedad y estrés crónico. El nerviosismo constante y la aprensión permanente son dos de los principales. El insomnio, es decir, la dificultad para conciliar el sueño, también es un síntoma típico de las personas ansiosas. Encontrarse muy propenso a llorar en algún momento de la vida es, sin duda, una llamada de atención. Tener palpitaciones frecuentes, sentirse débil o experimentar calambres estomacales aleatorios en mitad del día también son señales de alarma de estrés y ansiedad. Además, esta condición desgasta tanto la salud física como la mental, causando terribles daños si no se trata o, al menos, se frena a tiempo.
Tener una condición constante y crónica de ansiedad conduce a ciertos trastornos, que han sido claramente definidos y estudiados por la medicina. Tener una fobia específica es uno de los trastornos de ansiedad más comunes, y pueden ser de los más diversos (la agorafobia es uno de los más comunes). Y de nuevo, el trastorno obsesivo-compulsivo suele ser una manifestación física de la ansiedad experimentada de forma crónica. Estar afectado por fobia social, es decir, miedo a las relaciones interpersonales, es una clara señal de que algo va mal a nivel psicofísico. El trastorno de estrés postraumático también es una clara manifestación de ansiedad, originada por un acontecimiento concreto.
Una de las manifestaciones más comunes de la ansiedad y el estrés crónicos son los ataques de pánico, reacciones de miedo y falta de racionalidad excesiva respecto a la situación que se está viviendo. Son verdaderas crisis, que también afectan a la forma de razonar y procesar la información, que no nos permiten pensar con claridad. Estar ansioso durante largos periodos de tiempo también puede conducir al desarrollo de ciertas fobias, es decir, miedos irracionales a cosas, objetos y situaciones reales, contra los que es imposible luchar a pesar de todas las explicaciones lógicas que se nos puedan dar. Cuidado con estas señales de alarma, podrían salvarte.
Queremos precisar que no estamos dando ningún consejo médico, sólo son sugerencias para tomar conciencia de la situación, que es sin duda el primer paso que hay que dar. Si la ansiedad proviene de una patología establecida, evidentemente habrá toda una serie de tratamientos farmacológicos que serán explicados por el médico tratante. Baste decir que, a veces, la ansiedad surge de trastornos físicos reales y efectivos y, por tanto, tiene una solución médica específica. Para la ansiedad situacional, en cambio, debe haber un gran trabajo personal, en el que el individuo va en busca de las motivaciones que le llevan a esta condición, antes de poder empezar a trabajar sobre ella. Evidentemente, la psicoterapia, tal vez combinada con fármacos sedantes (repitámoslo, no se trata de un consejo médico, sólo de información para concienciar) siempre puede ser útil.